Desde que somos
pequeños estamos acostumbrados a oír “tienes que estudiar para ser alguien”
“sin estudios no vas a llegar a ningún lado”. Parte de nuestra infancia y sobre
todo nuestra adolescencia la pasamos imaginando aquel futuro tan prometedor y
tan bueno que nos espera cuando acabemos nuestros estudios.
El caso es que
cuando acabas tus estudios (grados medios, superiores, carreras, etc.) y
comienzan a pasar los meses y ves que no llaman de ninguna de las mil ofertas
de trabajo donde te has inscrito, o que de los pocos sitios donde tienes el
privilegio de hacer una entrevista siempre hay alguien con MAS “experiencia”
que te quita el puesto, comienza una dura lucha interna donde empiezas a darte cuenta
que la única solución razonable para poder empezar a trabajar, es dejarlo todo:
tu familia, tus amigos, tu vida, si, esa tan bonita que te habías imaginado
tantas veces de pequeño. Toca emigrar a otro país donde sí que valoran lo que
eres y donde te dan la oportunidad de hacer aquello para lo que te has formado
y te quieres dedicar.
Actualmente, en
España, los jóvenes menores de 30 años y los no tan jóvenes, estamos abocados a
caer en un pozo sin fondo, en el que priman los contratos de becario, contratos
"relámpago" y las promesas de empleo tras la realización de algún
voluntariado. Se confunde las funciones de un voluntario (que
en su idea inicial es personal no cualificado para desempeñar una tarea sin
remuneración) con la actual concepción de voluntariado (personal cualificado
que realiza labores profesionales sin remuneración alguna).
Y en esas estamos.
Es la pescadilla que se muerde la cola, piden experiencia para trabajar, pero
no se trabaja si no tienes experiencia. A día de hoy ninguna o casi ninguna
empresa es capaz de dar la oportunidad a nueva gente que carece de experiencia
y seguramente puliéndola un poco y dándole unos meses de margen, es mucho más
apta para el puesto que gente que lleva años trabajando en esa empresa y que al
acomodarse en su puesto pierde esa chispa, esa frescura, en definitiva esa
ilusión y esas ganas de desempeñar su trabajo.
En definitiva en
este país no se premia ni la inteligencia, ni el esfuerzo.
En este link os dejamos
una noticia que nos llamó bastante la atención el otro día, un chico licenciado
en Biología con un master en Ecología, rechazado en 10 universidades españolas
para poder llevar acabo su doctorado y que en Estados Unidos le han ofrecido
una beca para poder realizar su proyecto en 2 de las universidades de las 4
donde había mandado la solicitud.
Jose
Carlos y Edurne.